“El último barco”, de Domingo Villar, camino de atracar  en una serie de televisión

Escritor de éxito  en la literatura de género (novela negra, de intriga o policiaca), traducido a quince lenguas, el vigués Domingo Villar dilucida la invitación para que su reciente libro, El último barco (2019) argumente una  serie de televisión, según comentó el autor durante al almuerzo-tertulia que mantuvo con nosotros  el 26 de febrero en el  Café Varela.  Domingo Villar está casado y tiene tres hijos y vive en Madrid entregado a la literatura.

Su obra “La playa de los ahogados” fue llevada al cine por Gerardo Herrero en 2015. Villar recela del cine por su reduccionismo, obligado a ceñirse a la trama, pero defiende las series  porque conceden relajación y espacio para la descripción, y en ellas  tiene cabida el pulso poético, asegura. “Mis libros son, en realidad, novela negra por fuera y cuentos de amor a mi tierra por dentro”.

Domingo Villar recepción

Recibido en el Varela con la curiosidad de los lectores de las aventuras del comisario Leo Caldas

Novela negra y literatura.

¿Por qué la literatura negra? “Como ya advirtió Cernuda –explica el autor- la calidad de la escritura  es compatible con la literatura de género”. El autor eligió esa camino no tanto por el interés hacia la trama que indudablemente atrapa al lector desde el inicio, sino porque le permite desplegar toda su vocación narrativa y poética. Entiende que tales características  abren su obra a lectores de toda índole, porque la novela se estructura en capas que conducen a la profundidad de las cosas, el interés de cada uno.

Es conocido la reducción de la obra de Villar al ámbito espacial de Vigo y su entorno. “Vigo, como Palma o Lisboa, son espacios líricos, ideales para una literatura del crimen”. El personaje central de sus libros, el policía Leo Caldas, nos conduce por ese Macondo de Domingo Villar que es su ciudad natal.

Domingo Villar. Palomares. Reigosa, Falcón

Domingo Villar y Pilar Falcón escoltados por los escritores y periodistas Carlos Reigosa (derecha) y Alfonso S. Palomares

Castellano y gallego.-Traducido a idiomas tan exóticos para nosotros como el coreano o el búlgaro, pasando por el israelí, ruso, polaco el portugués, inglés, italiano, francés, Villar se traduce a sí mismo del castellano al gallego. No hay preferencia entre sus dos lenguas maternas, pero sí un uso selectivo: “El castellano es más para los diálogos; el gallego, para la narración cálida e intimista de mis personales”.

Nuestro autor es licenciado en Empresariales y cursó estudios de  Derecho y Filosofía y Letras. Tentado estuvo incluso de ingresar en la Escuela de Arte Dramático. Pero comenzó de muy joven a escribir “cosas sin mayor interés” hasta convertirse en profesional. No piensa variar de género. Ahí lo  tiene todo. Entre libros, aprovecha para escribir cuentos de Galicia (“de emigrantes y cosas así”) que no publica, pero escenifica en círculos reducidos; ejerce de comentarista de los partidos del Celta en Radio Marca y, en un tiempo, fue crítico gastronómico en la Cadena Ser, tras haber sentado cátedra de enólogo en la misma emisora. No en vano su padre cosechó excelentes caldos en Salvatierra de Miño cuando Domingo ni siquiera tenía licencia para catarlos.

Domingo Villar firma

Firmando el escritor

Villar nos revela la sorpresa de la buena acogida de su obra en su Galicia natal. De El Último barco se han venido más de 20.000 ejemplares en unos meses. En castellano, las ediciones son, obviamente, más abultadas.

Villar vivió en 2015 la traslación a imágenes de cine de su segunda obra, La Playa de los Ahogados, película dirigida por Gerardo Herrero y con el actor de  Carmelo Gómez en la figura del policía Leo Caldas,  protagonista de toda la obra del escritor gallego, quien nos deleitó en el final del almuerzo dos cuentos orales. Leídos con la narrativa del que siente en gallego y que dejaron en la tarde un poso de Galicia en la Villa y Corte.

Domingo Villar. General mesa

Periodstas Gallegos con Domingo Villar

Periodistas gallegos en Madrid en torno a Domingo Villar

 

Fotos : Ángeles Filgueira